Todo ocurrió a finales de los años 50. Por aquel entonces, Jack Kirby había dado en la tecla al crear al grupo de aventureros conocidos como Challengers of the Unknown (y que luego serían la semilla de los Fantastic Four, aunque esa es otra historia). Este grupo mezclaba algo del género en auge de los superhéroes (uniformes, villanos recurrentes, etc.) con el no menos atractivo de la ciencia-ficción (viajes a el espacio, por el tiempo, aparición de monstruos, etc.). La fórmula gustó tanto que los editores Jack Schiff, Murray Boltinoff y George Kashdan decidieron crear un segundo título de características similares: Rip Hunter, Time Master.
Rip es un héroe que bebe de la tradición marcada por Buck Rogers, Flash Gordon y otros tantos héroes adultos, libres de problemas existenciales, de pasados tormentosos y de remordimientos. Es, en resumidas cuentas, el Héroe en estado puro. Acompañado por su amigo Jeff Smith, que aporta algo de músculo, por su adorable (y sosa, y aburrida, y un poco pava…) novia Bonnie Baxter, y del hermano pequeño de ésta, Corky, (casualmente estos fueron idénticos arquetipos de personajes y de relaciones que los vistos apenas un año y medio después en Fantastic Four) se lanzan a innumerables aventuras a través del tiempo, gracias a su máquina del tiempo particular, la Time-Sphere.
El concepto de la serie y la mayoría de los guiones corrieron a cargo de un excelente artesano de las letras como fue Jack Millar, que supo jugar magníficamente con las posibilidades del personaje, enfrentándolo a misterios tanto científicos, históricos y místicos, bebiendo no sólo de la historia del mundo, sino también de obras muy concretas como La máquina del tiempo de H.G. Wells, El mundo perdido de Arthur Conan Doyle o La odisea de Homero.
A los dibujos se encontraron artistas de todo tipo, algunos impactantes y geniales, otros meros oficinistas del lápiz. En total, las aventuras del héroe contaron con los dibujos (por orden de aparición) de Rube Moreira, Joe Kubert, Ross Andru, Nick Cardy, Alex Toth, Will Ely.
Aunque no fue despliegue de originalidad, ni aportó nada nuevo al mundo del cómic, las aventuras de Rip y sus compañeros se dejaban leer muy bien, eran entretenidas y, aún hoy, inflaman la imaginación de quien las contempla. Por ello, no es de extrañar que tras algunos números sueltos en Showcase Comics (cuatro en concreto), el personaje obtuviera su propia serie en 1961.
Sin embargo, la marcha de Jack Millar y su sustitución a los guiones por el propio editor, George Kashdan, acabó condenando la serie a su extinción. En 1965, tras 29 números, el título fue cancelado y dejó lugar a los más populares superhéroes, que ya comenzaban a invadir sin tapujos el panorama del cómic americano.
Rip Hunter, aún sin poseer serie propia, no cayó en el olvido. Jugó un papel relevante en los últimos números de Challengers of the Unknown, fue mencionado en algunas otras series, y finalmente fue incluido por Marv Wolfman en la que fue la obra culmen del Universo DC de los años 80: Crisis on Infinite Earths (tal vez, el mejor crossover jamás escrito, y desde luego uno de los pocos que pueden aún leerse sin que causen sonrojo ni sensación de estafa). A partir de ahí, el personaje ha sido rediseñado en diversas ocasiones, aunque no ha recuperado la popularidad entre las nuevas generaciones de lectores.
Fue, en definitiva, un cómic de su tiempo, ameno y sin pretensiones, que permitió realizar el secreto deseo de todos los aficionados a la historia: viajar al pasado, contemplar los hechos y, llegado el caso, alterarla.
Rip es un héroe que bebe de la tradición marcada por Buck Rogers, Flash Gordon y otros tantos héroes adultos, libres de problemas existenciales, de pasados tormentosos y de remordimientos. Es, en resumidas cuentas, el Héroe en estado puro. Acompañado por su amigo Jeff Smith, que aporta algo de músculo, por su adorable (y sosa, y aburrida, y un poco pava…) novia Bonnie Baxter, y del hermano pequeño de ésta, Corky, (casualmente estos fueron idénticos arquetipos de personajes y de relaciones que los vistos apenas un año y medio después en Fantastic Four) se lanzan a innumerables aventuras a través del tiempo, gracias a su máquina del tiempo particular, la Time-Sphere.
El concepto de la serie y la mayoría de los guiones corrieron a cargo de un excelente artesano de las letras como fue Jack Millar, que supo jugar magníficamente con las posibilidades del personaje, enfrentándolo a misterios tanto científicos, históricos y místicos, bebiendo no sólo de la historia del mundo, sino también de obras muy concretas como La máquina del tiempo de H.G. Wells, El mundo perdido de Arthur Conan Doyle o La odisea de Homero.
A los dibujos se encontraron artistas de todo tipo, algunos impactantes y geniales, otros meros oficinistas del lápiz. En total, las aventuras del héroe contaron con los dibujos (por orden de aparición) de Rube Moreira, Joe Kubert, Ross Andru, Nick Cardy, Alex Toth, Will Ely.
Aunque no fue despliegue de originalidad, ni aportó nada nuevo al mundo del cómic, las aventuras de Rip y sus compañeros se dejaban leer muy bien, eran entretenidas y, aún hoy, inflaman la imaginación de quien las contempla. Por ello, no es de extrañar que tras algunos números sueltos en Showcase Comics (cuatro en concreto), el personaje obtuviera su propia serie en 1961.
Sin embargo, la marcha de Jack Millar y su sustitución a los guiones por el propio editor, George Kashdan, acabó condenando la serie a su extinción. En 1965, tras 29 números, el título fue cancelado y dejó lugar a los más populares superhéroes, que ya comenzaban a invadir sin tapujos el panorama del cómic americano.
Rip Hunter, aún sin poseer serie propia, no cayó en el olvido. Jugó un papel relevante en los últimos números de Challengers of the Unknown, fue mencionado en algunas otras series, y finalmente fue incluido por Marv Wolfman en la que fue la obra culmen del Universo DC de los años 80: Crisis on Infinite Earths (tal vez, el mejor crossover jamás escrito, y desde luego uno de los pocos que pueden aún leerse sin que causen sonrojo ni sensación de estafa). A partir de ahí, el personaje ha sido rediseñado en diversas ocasiones, aunque no ha recuperado la popularidad entre las nuevas generaciones de lectores.
Fue, en definitiva, un cómic de su tiempo, ameno y sin pretensiones, que permitió realizar el secreto deseo de todos los aficionados a la historia: viajar al pasado, contemplar los hechos y, llegado el caso, alterarla.
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