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jueves, 11 de junio de 2009

NARRACIÓN SIN ARRUGAS (por Manuel Barrero)

Aunque este viernes nos reuniremos para comentar Arrugas de Paco Roca, algunos de los lectores no podréis asistir por motivo de trabajo o exámenes. Manuel Barrero, teórico del cómic y ante todo amante del medio será uno de los que no pueda acudir, pero ha querido dejarnos su visión de la obra:


Paco Roca ha tocado el cielo con su quinta obra importante, Arrugas.



Roca no es un autor especialmente dotado. Es un dibujante correcto, que sabe lo que debe representar, cómo lo debe situar y qué porción de la realidad interpretada debe recuadrar. Su trabajo con el abocetado o su fuerza en la modulación al entintar no poseen virtudes más allá de lo ordinario. Su trabajo con el color, eso sí, es muy profesional y conoce la paleta debidamente, de modo que atina a elegir aquel cromatismo que más le conviene al momento o a la escena.


El aldabonazo que dio con su obra Arrugas fue consecuencia de otras cosas: de las virtudes de esta historia, tan sentida y bien construida, y de la capacidad de su autor para concretar personajes. El Premio Nacional de Cómic –siempre y cuando se admita que se otorga a una obra ‘del’ año- ha ido a parar a un autor que bien se lo merecía. Roca nos cuenta la historia de un hombre que se enfrenta a su vejez, al abandono de la vida ‘real’ que la edad implica, y a un proceso degenerativo que tiene nombre propio: Alzheimer. La baza de partida es ganadora porque los personajes con los que se hilvana esta historia son personas reales, extraídas de relatos de vida que familiares o amigos de Roca han ido contándole. Esta pátina de verosimilitud aflora en este libro editado por Astiberri pese a lo estrambótico que se nos antojen los ancianos o enfermos del asilo. Es lo mismo que ocurre con la obra de Ken Kesey One Flew Over the Cuckoo’s Nest (tan aplaudida luego en la versión fílmica de Milos Forman): los personajes parecen al comienzo demasiado extraordinarios para resultar del todo creíbles, pero incluso cuando su evolución roza la magia admitimos su personalidad y también sus actos en la evolución de los acontecimientos de la historia.


El logro de este tebeo, de este libro de historietas, reside ahí: en una magnífica construcción de personajes y es una sabia distribución de las secuencias. Obsérvese cómo el autor organiza el relato en secuencias cortas, casi como si se tratara de las entregas de una serie: dos páginas para presentar los primeros síntomas del protagonista; dos páginas para comparar su temor al nuevo ingreso con el que sintió de niño el primer día de colegio; dos páginas mudas para mostrar el paso calmo del tiempo; dos para resolver la cena navideña; la dos vacías para significar la pérdida final de consciencia, etc. Salvo por el episodio de la fuga en coche y con nocturnidad, y por la página final, quizá de homenaje pero desde luego planteada con otro tono, el resto del libro se engrana con exquisita perfección y con los elementos justos para articular el relato. Además, el autor ha sabido intercalar unas tildes adorables de cuando en vez (la extorsión amable de Miguel, las sustracciones de Antonia, la apenas perceptible sonrisa de Modesto) que enriquecen enormemente la historia. Y ha reducido las digresiones a su mínima expresión, siendo alguna de ellas (la visita a las nubes en la torre) una pequeña maravilla.


Arrugas viene a demostrar dos cosas. Uno: que no hay que tener miedo a narrar cuestiones aparentemente poco interesantes para el público comprador mayoritario de tebeos, porque si se es un buen narrador se obtendrá una buena obra. Dos: que con la historieta se puede abordar cualquier temática, hasta con elegancia, y que esta obviedad ya no es necesario subrayarla en comparación con otros medios. La historia de Arrugas es una historia perfectamente exportable al cine, y con un buen guión y un buen realizador se conseguirían altas dosis de complicidad dramática con los espectadores. Es innegable que la eliminación de una viñeta (p. 96), o de las líneas de dibujo para significar la pérdida de memoria (p. 95), no es asimilable a otro medio que no sea el cómic, pero el cine o la literatura tienen sus propias herramientas para obtener resultados parecidos.


Lo significativo de la obra de Roca no es eso. Lo importante es que nos transmite eficientemente un conjunto de sentimientos muy tristes, logra hacer palpable la sensación de impotencia y resignación del personaje principal, y consigue dotar de verosimilitud a un nutrido corifeo de ancianos en sólo un centenar de páginas muy bien planificadas y escritas. El dibujo, aquí, queda supeditado al brillante relato. Por todo ello es un cómic excelente.

1 comentario:

  1. Uno de los aspectos que a mí más me gustó de "Arrugas" fue la habilidad con la que se nos cuenta una historia triste, pero sin caer en lo dramático, sino jugando a entrelazar elementos tiernos y divertidos con otros más duros.

    Decía hace poco Rafa Marín que hay buenos dibujantes que hacen tebeos mediocres, y dibujantes normalitos que hacen obras maestras. Paco Roca nos ha demostrado que la belleza del dibujo no importa, que el secreto de un buen cómic es la habilidad para narrar la historia.

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