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lunes, 2 de noviembre de 2009

ESTHER Y OTROS CÓMICS PARA CHICAS

Los cómics para chicas fueron, durante muchos años, una parte fundamental de la industria del cómic europeo y estadounidense, y aún lo son de la industria del manga japonés. Igual que la ropa, los juguetes e incluso el cine, las viñetas mostraron tanto dentro como fuera de España títulos segregados según el sexo del público.


Que una obra vaya destinada a un público concreto no es algo extraordinario, puesto que las editoriales y las distribuidoras cinematográficas siempre aspiran a etiquetar sus productos, procurando hacerlos especialmente atractivos para un sector del público. Así, aunque una novela como Harry Potter puede tratar temas adultos como la muerte o la guerra civil, se nos insistirá de que se trata de una novela juvenil (¡a pesar de que alguna de las novelas cuente con cerca de un millar de páginas!). Series de animación y manga como La Princesa Caballero se nos mostrarán “para chicas”, aunque el estupendo dibujo y la interesante trama atraerán por igual a los lectores de ambos sexos. Abajo incluyo un ejemplo de cómic femenino, Florita, donde la propia portada indica quienes han de leer las historias.



Ahora bien, mientras que muchos cómics para chicos ofrecían multitud de aventuras (del lejano oeste al espacio, de las tramas de espionaje a los conflictos históricos, de los superhéroes tan inhumanos como Superman al melodrama cotidiano de héroes como Spider-Man) que podían ser disfrutadas por ambos sexos (Los 4 Fantásticos contó con un público creciente de lectoras entre los años 60 y 80, como reflejan los correos de la serie), los cómics para chicas se centraban principalmente en los cómics románticos. Mientras en los cómics masculinos hombres y mujeres podían aprender por igual valores como la iniciativa, la valentía o la sinceridad, en los cómics para chicas predominaban los mensajes de sometimiento, ternura y sacrificio.



Así, por ejemplo, vemos en la imagen superior a “Carol, Ama de Casa” en la colección Azucena, donde la protagonista tenía que aprender las dificultades que entrañaba ser una ama de casa hasta que, finalmente, triunfaba en su empeño, no tanto por su empeño como por sus “habilidades naturales” para el cuidado de la casa.


Sin embargo, es interesante comprobar cómo algunas veces los propios guionistas (supongo que también habría mujeres guionistas, pero hasta donde yo sé hubo muy pocas que escribieran historias para chicas, aunque sí muchas artistas dibujando los guiones escritos por hombres) lograban crear personajes mucho más realistas. Uno de esos personajes, la británica Esther y su mundo, dibujada por la española Purita Campos, muestra a una adolescente rebelde, confundida y que va creciendo poco a poco. Hermosa como no podía ser de otra manera, hija de su tiempo (y de la moda de su tiempo), Esther sorprende en ocasiones con una frescura que recuerda a la que en su día tuviera el joven Peter Parker. Capaz de meterse en numerosos líos, sus aventuras no eran meros dramas amorosos (igual que las aventuras de Spider-Man no serían meros combates con supervillanos), y en muchas ocasiones ofrecía un mensaje de rebeldía e independencia que aún sorprende.



Durante muchos años hemos pensado que los cómics para chicas eran tontos y ñoños, que contenían historias insípidas y personajes ridículos. Ahora, al releer la edición de Glénat de Esther descubrimos que teníamos una enorme cantidad de prejuicios hacia los cómics de chicas, y eso que en la mayoría de las ocasiones ni siquiera los habíamos ojeado. Para mí, Esther es una historia divertida con un personaje excepcional, que todo el mundo puede leer. Negarnos a hacerlo porque no comparte nuestro mismo sexo sería como negarnos a leer Colmillo Blanco porque no somos lobos.

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