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viernes, 30 de julio de 2010

JESSI BLANDY: ACUÉRDATE DE ENOLA GAY

Jessica Blandy es una entretenida, y aun así poco conocida, historieta belga de los últimos años 80, obra del dibujante Renaud y el guionista Jean Dufaux.


El primer álbum de la serie, Acuérdate de Enola Gay, tiene mucho en común con lo que posteriormente serían las populares series de Van Hamme, a saber, elementos de intriga, algunas dosis de violencia y un poco de destape y sexo insinuado, una protagonista carismática y una trama que hemos de ir descubriendo y desentrañando poco a poco. Sin embargo, Defaux no puede compararse a Van Hamme, al menos no en esta primera entrega, y el resultado es un poco menos brillante que el de obras como XIII o Largo Wynch.



La historia es interesante y los personajes intrigantes, si bien la acción parece desarrollarse muy lentamente al principio, y uno no termina de cogerle el gusto a la historieta hasta sus últimas páginas. El dibujo poco espectacular de Renaud no ayuda mucho en un primer momento, si bien hay que decir que maneja muy bien los ritmos y la narrativa (como puede verse en las viñetas que acompañan el texto), por lo que uno acaba simpatizando con su estilo sencillo.


Se nota que los autores no son novatos, pero al mismo tiempo es la primera vez que colaboran y desarrollan este tipo de historieta: Renaud había trabajado desde los 70 en personajes infantiles, y aún le queda redefinir su estilo y pulir sus figuras; Dufaux tiene muy buenas ideas pero le falta fondo y experiencia para desarrollarlas hasta sus últimas consecuencias. No obstante, como primer álbum Acuérdate de Enola Gay funciona bastante bien, y deja a uno con el deseo de leer más. Ambos artistas apuntan maneras, que irán desarrollando en entregas posteriores.


lunes, 26 de julio de 2010

LARGO WYNCH: EL HEREDERO

Jean Van Hamme ha sido uno de los grandes maestros de la historieta francesa (el BD) del último cuarto del siglo XX. Entre sus personajes se encuentran Thorgal y XIII, dos obras maestras indiscutibles que los aficionados al buen cómic no deberían perderse bajo ninguna circunstancia. Pero además de estas obras, Van Hamme tiene otros héroes e historias igualmente recomendables, entretenidos y fascinantes.


Largo Wynch es uno de esos personajes. Creado originalmente como personaje novelesco, que apareció entre los últimos años 70 y mediados de los 80, sería adaptado a las viñetas por Philippe Francq y el propio Van Hamme, obteniendo un éxito más que merecido.

A diferencia de las aventuras fantástico-históricas de Thorgal y las tramas de espionaje de XIII, las aventuras de Largo Wynch se podrían considerar como thrillers empresariales en los que el autor da rienda suelta a sus conocimientos empresariales y bursátiles, adquiridos durante sus años como periodista y empleado de marketing.


A diferencia de las aventuras fantástico-históricas de Thorgal y las tramas de espionaje de XIII, las aventuras de Largo Wynch se podrían considerar como thrillers empresariales en los que el autor da rienda suelta a sus conocimientos empresariales y bursátiles, adquiridos durante sus años como periodista y empleado de marketing.


El primer número, El heredero, tiene todos los elementos que una buena película necesita: personajes atractivos y valientes, un misterio, acción y un villano. Conocemos así a Nerio Wynch, uno de los hombres más poderosos del planeta, poseedor de uno de los imperios empresariales más importantes del planeta, dispuesto a destruir a todo aquel que se le ponga por delante, a derribar gobiernos e incluso aniquilar físicamente a sus competidores. Sin embargo, Wynch no ha podido evitar la muerte, y ha sido asesinado por uno de sus hombres de confianza, si bien el lector no sabe cuál de ellos.


Pero Nerio tenía un plan en la recámara: había adoptado a un joven para que fuera su sucesor, sólo que lo había mantenido al margen del mundo para evitar que tuviera malas influencias (parece que Nerio imaginó lo que le pasaría a Paris Hilton).


La primera aventura plantea los tropiezos y enredos que el joven Largo debe vivir, sin saber siquiera que su padre adoptivo a muerto, para ser proclamado heredero. En esta primera entrega la trama empresarial tiene muy poco peso, y la aventura se parece más a una película de James Bond (aunque sin tecnología avanzada).


La historieta es totalmente recomendable, puesto que su buen ritmo y su inteligente desarrollo harán las delicias de cualquier aficionado al cómic. El dibujo de Francq, realista y muy bien coloreado, no hace sino realzar una historieta ya de por sí soberbia.


sábado, 24 de julio de 2010

REUNIÓN DEL CLUB DE LA HISTORIETA: MUERTE

Tras el parón habitual que suponen los exámenes, el verano es una época ideal para relajarse y leer una buena historieta. ¿Y qué mejor que un cómic de superhéroes? Pero ojo, no un cómic cualquiera, sino Astrocity, uno de los clásicos más recordados de los años 90, una colección de aventuras escrita con una inteligencia y un cariño hacia el género que aún hoy, quince años después de su primera lectura, sigue conmoviendo a los aficionados.



Se nota que es verano, eso sí, porque tuvimos más asistencia que de costumbre. Con el buen tiempo y un tinto en la mano, la verdad es que no se apetecía mucho hablar de Muerte: El alto coste de la vida, la última lectura que habíamos hechos (estupenda, aunque demasiado oscura), así que acabamos improvisando un divertido debate sobre películas de superhéroes, artes marciales y finalmente monstruos... lo que nos llevó a ver el trailer de Sharktopus:



jueves, 22 de julio de 2010

EL LARGO VIAJE DE LENA

El largo viaje de Lena es un cómic bastante sorprendente, una aventura carente de acción que se recrea en la protagonista, Lena, que va recorriendo diferentes países de Europa Oriental, entregando a diferentes personajes, la mayoría ex- cargos soviéticos, curiosos objetos (mazapanes, un tarro de colonia, una libreta con dibujos, etc.) que habrán de combinarse llegado el momento para cometer un asesinato.


Este largo viaje de Lena podría ser realmente pesado, pero el guión de Pierre Christien va dando pequeñas pistas y reflexiones que nos mantienen atrapados a la lectura, lo que por otro lado se refuerza con el fantástico dibujo de André Juillard, que sabe recrear una Europa de fábricas soviéticas abandonadas, ciudades que se debaten entre las nuevas construcciones y los viejos bloques de edificios estatales, la influencia oriental y la occidental.


Hacia el final, ya en las últimas páginas, la historieta da un giro inesperado y descubrimos que, a pesar de lo hermosa que había sido la lectura hasta ese mismo instante, sólo ahora comprendemos lo que realmente hemos estado leyendo.


Resulta una obra entretenida, visualmente bella, que se va narrando sin prisas ni agobios de ninguna clase. A pesar de ser un poco diferente a lo habitual, el público disfrutó tanto con la trama y con el personaje de Lena que, recientemente, los autores se vieron “obligados” a realizar una segunda parte.


viernes, 16 de julio de 2010

NIEBLA EN EL PUENTE TOLBIAC

No es fácil traspasar una novela negra a las viñetas. La suciedad, la decadencia y la desazón de ese tipo de relatos no encaja con el estilo limpio y heroico de tantos y tantos dibujantes, y la necesidad de crear una atmósfera no siempre es posible para unos artistas demasiado acostumbrados a centrarse en la figura del héroe.


Jacques Tardis logra crear una novela policíaca sobresaliente gracias al domino del género: la fuerza de sus escenarios en blanco y negro, los decadentes barrios bajos de la ciudad de París, la lluvia molesta y las pintadas en las paredes (muchas de ellas de los nacionalistas argelinos, pues no podemos olvidar que la historia se centra en los años 50) convierten Niebla en el puente de Tolbiac en un clásico negro.


Además del caso, que es complicado pero sin la necesidad de rozar el absurdo, Tardis se centra en aspectos muy interesantes, como el pasado revolucionario de su protagonista, Nestor Burma, la muerte de los ideales acorde vamos envejeciendo, el amor y la desesperación.


Como buen héroe de novela negra, Burma es un personaje pasivo, que apenas se despeina, cuyas caminatas infinitas rara vez conducen a una pista fundamental. El ritmo paciente del detective acompaña al lector a través de las 65 páginas que dura la historieta, pero sin repetirse, sin aburrir, sin dejar de contar cosas y profundizar en su pasado.


La idea de Tardis de ilustrar las novelas negras de Léo Malet se me antoja estupenda. Todo encaja y la historia se comprende perfectamente, demostrando que un buen trasvase de la novela al cómic es posible siempre y cuando el trasvasador posea talento.


lunes, 12 de julio de 2010

EL ESTADO MÓRBIDO 2 Y 3

La trilogía El estado mórbido, obra de Hulet, abría con un inicio magistral titulado La torre fulminada, que concluía con la muerte de todos los sospechosos y dejaba al protagonista, Charler el joven dibujante de cómic, derrumbado en el suelo tras una caída por las escaleras que podía haber sido fatal.


La segunda parte, el Pasaje Ávido, es más que interesante, si bien ya muestra algunas debilidades con respecto a la entrega anterior. Charles despierta encerrado en el sótano de la casa, y habrá de encontrar la salida siguiendo un pasadizo laberíntico cargado de simbología satánica. Por su parte, Alba, la amante de Charles, intentará entrar a la fuerza en la casa de su compañero, sólo para ser rechazada por algún tipo de ilusión.


Ambas escenas están muy bien contadas, sin embargo los pasajes oníricos son demasiado largos (un total de 8 páginas, una cuarta parte del álbum), y el momento en que le roban el coche a la propietaria no tendrá ninguna trascendencia en la historia, por lo que resulta totalmente gratuito. También es muy larga la escena en la que Charles atraviesa el pasaje, sin embargo está tan exquisitamente narrada y resulta tan laberíntica que se disfruta de principio a fin. El álbum se completa con algunas páginas en las que se narra el origen de la señora Zimmerman, la todopoderosa propietaria del inmueble encantado alrededor del que giran los acontecimientos, pero a la postre serán demasiado escasas.


El último álbum, La salida de Waterloo, es quizá el peor de todos, pues no logra capturar la tensión de las entregas anteriores, y se hace evidente que hay mucho por contar pero demasiado poco espacio (de ahí mi crítica al derroche de páginas del número anterior).


En él encontramos algunas referencias al pasado de la señora Zimmerman, pero el álbum anterior nos había dado demasiada poca información, por lo que uno no termina de entender cuál es el objetivo de la señora: ¿resucitar a su hijo? Al principio eso parece, pero después resulta que pretende alcanzar la inmortalidad, por lo que no queda muy claro a qué venían todas las referencias pasadas a su familia. De igual modo, descubrimos lo que hay en la misteriosa sala cerrada, cuál es el objetivo de todos los tejemanejes de la misteriosa propietaria de la casa... pero todo ocurre demasiado deprisa, y en algunos momentos Hulet emplea una técnica demasiado abocetada, supuestamente para narrar flashbacks, pero al no haberla empleado nunca antes uno se pregunta si realmente tiene una función narrativa (más adelante se deja entender que ese es el estilo de dibujo del Charles, si bien contradice el estilo visto en el primer volumen) y si no será más probablemente un intento de acelerar la producción para cumplir con lo prometido al editor.


No obstante, el final de la obra es bastante interesante. Charles ha desaparecido, pero ha aparecido un cómic (el primer álbum que hemos leído) que supuestamente no es más que una ficción. Preocupados por la desaparición de su amigo, Alba y otros compañeros van a la casa que aparece en el cómic, y encontramos una última escena en forma de teatro en el que se deja entrever que la historia era mucho más que una ficción, si bien Alba y sus compañeros no pueden recordar lo ocurrido.


La pregunta, por lo tanto, es: ¿merece la pena leer la obra? Creo que sí. El primer tomo es completamente intrigante, y el segundo logran mantener buena parte de ese espíritu, aunque no da ninguna respuesta. El tercer tomo, por desgracia, se centra demasiado en dar respuestas, y la sensación de casa embrujada desaparece. Además, la técnica con la que experimenta el autor no hace ningún favor a la historieta, y lo único que consigue es complicarla innecesariamente. No obstante, no se recurre a ningún truco fácil y Hulet ofrece un final, si bien abierto.


viernes, 9 de julio de 2010

HULET Y EL ESTADO MÓRBIDO

Los lectores españoles apenas conocemos a Daniel Hulet, un maestro de la historieta que comenzó su carrera en solitario a los 30 años, en 1975, en la revista belga Tintin. Allí desarrolló estilos bastante dispares, como el humorístico Charabia, un gato antropomórfico; historietas de corte histórico o realistas, como Léo Gwenn.


Sin embargo, en España es conocido por la trilogía que comenzara en 1987, El estado mórbido, de la que sólo se publicó un tomo en nuestro país, aunque tras quince años de infructuosa espera un grupo de aficionados tradujeron y maquetaron los tomos restantes sin ánimo de lucro, simplemente para que los aficionados pudieran disfrutar de la obra mediante su descarga gratuita.


El primer tomo de El estado mórbido, titulado “La torre fulminada” fue publicado por Ediciones Zinco en sus momentos de decadencia, de ahí la pobre rotulación y la poco inspirada traducción (incluso se encuentran algunas faltas de ortografía). Sin embargo, estos defectos pasan a un segundo plano tan pronto como empezamos a leer y nos dejamos arrastrar por la trama: un joven dibujante de cómic se muda a un edificio antiguo que parece cargado de simbología, vecinos extraños y misterios ocultos.


Magistralmente desarrollada, con un muy buen ritmo y una distribución de las viñetas que casi podría describirse como violenta, la historia predomina en colores oscuros, creando una atmósfera tremendamente evocadora. Si bien no es un cómic de terror al uso, sí que inquieta y plantea numerosas preguntas, lo que nos lleva a introducirnos con más interés de lo habitual en la historieta.


Desgraciadamente es una obra poco conocida, pero sin duda una lectura estupenda para iniciarse al autor o al cómic adulto europeo.


domingo, 4 de julio de 2010

DIARIO AZUL

Muchas veces, al pensar en historietas, no podemos evitar imaginar largas, larguísimas sagas en las que uno o varios autores desarrollan un mundo de ficción atrayente, excitante y muy entretenido. Pensemos solamente en Akira Toriyama y su Dragon Ball, en Stan Lee, Steve Ditko y John Romita con su Amazing Spider-Man, o Jean Van Hamme y William Vance con su popular serie XIII.


Sin embargo, en muchas ocasiones olvidamos que las historietas no tienen por qué ser mejores a cuenta de su grosor, y que en pocas páginas se pueden desarrollar historias hermosas y fascinantes. Ese es el caso de Diario azul de André Juillard (autor de Las 7 vidas del Gavilán), que en apenas 60 páginas desarrolla una magnífica historia en tres actos con un ritmo fascinante y una narración exquisita.


La primera parte es la historia de Louise, una muchacha que va a conocer dos amores fugaces en apenas un mes. La segunda parte es la historia de Víctor, uno de los amantes de Louise, que nos cuenta la historia de su amor a través de su diario personal. Finalmente, un suceso dramático hace que varios personajes, entre ellos Louise y Víctor, reconstruyan con sus recuerdos la última parte de la historia.


Con ese tono melancólico que tienen todas las historias de amor perdido, pero con ese sabor fresco y vivificante que tienen los buenos cómics, Diario azul es una lectura estupendo para aquellos que quieran conocer a su autor o el cómic francobelga sin necesidad de seguir largas sagas de cientos de páginas.