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martes, 11 de agosto de 2009

EN CATÁLOGO: ELRIC, LA FORJA DE UN HECHICERO

Autores: Michael Moorcock (guión) y Walter Simonson (dibujo)

Género: Fantasía épica

Editorial: Planeta DeAgostini

Publicación: 2008 (edición en castellano de la serie limitada de cuatro números Elric: The Making of a Sorcerer, publicada originalmente por DC Comics entre 2004 y 2006)

Encuadernación cartoné, 208 páginas

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Uno de los géneros más apreciados por el público tanto europeo como estadounidense es el de fantasía épica, cuyo momento álgido fueron los años 70 y 80, con la adaptación a las viñetas de clásicos del género como Conan, Kull o Red Sonja (creados por el texano Robert E. Howard) y de Elric, Corum o Hawkmoon (creados por el londinense Michael Moorcock). En no pocas ocasiones estas adaptaciones se han convertido en obras maestras de la historieta, como fuera el caso de Clavos Rojos.


En los últimos años el género, que parecía haberse consumido a sí mismo, ha encontrado renovadas fuerzas, nuevas perspectivas e ideas, recuperando toda su gloria de la mano de series como pudieran ser el Conan de Kurt Busiek y Cary Nord (Dark Horse Comics, 2004) o Warlord de Bruce Jones y Bart Sears (DC Comics, 2006). Y entre ellas, la serie que comentamos hoy, Elric: La forja de un hechicero.



La imagen de Elric que nos había llegado hasta el momento, al menos en los cómics, había sido obra del ilustrador P. Craig Russell. Su dibujo estilizado, casi onírico, hacía que el espectador se dejase llevar por un universo de ensueño que nada tenía que ver con el bárbaro Conan. Pero ahora Walter Simonson rompe con dicha estética al ofrecernos una interpretación personal y distinta, ni mejor ni peor que la de Russell, pero igualmente bella y poderosa. Frente al dibujo de trazo hermoso de su antecesor, Simonson tiene un dibujo a ratos sucio, pero tremendamente impactante, plasmando los combates y el empleo de la magia como ningún otro autor lo había sabido hacer anteriormente. Su dibujo no alcanzaba cotas similares desde que realizada la serie de Thor en los años 80.


Los guiones de Elric habían sido adaptados mayormente por Roy Thomas, también guionista del bárbaro creado por Howard. Y aunque su trabajo fue sobresaliente en la mayoría de las ocasiones, sus adaptaciones carecían en ocasiones de vida, pues no se atrevía a llegar más allá de las novelas. Por eso, que el propio creador del personaje, Michael Moorcock, guionice este relato ofrece muchas ventajas: una historia totalmente nueva, unos personajes que se nos muestran tal y como su creador los ideó, elementos originales que trascienden las novelas…



La historia narra cómo el joven albino Elric de Melniboné supera las pruebas de magia para acceder al trono de rubí y poder así suceder a su padre como emperador. En su camino conocerá la amistad de sus seguidores, el amor de Cymoril, la envidia de quienes sueñan con un futuro plagado de guerras y conquistas, pero sobre todo el odio de su primo Yyrkoon, que ambiciona el trono para sí mismo. Magia, viajes a un pasado remoto, demonios y la aparición de la espada negra conocida como Stormbringer convierten este cómic en un viaje apasionante tanto para los seguidores del antihéroe albino como para los aficionados al cómic que se acerquen a este personaje por primera vez, siendo un punto de partida estupendo para luego pasar a leer sus novelas.


Es cierto que Moorcock ya no es el joven y rebelde autor que removió los cimientos de la fantasía inglesa en los años 60 y 70, pero sabe narrar con un ritmo endiablado que Simonson ilustra magistralmente. No cabe duda que ésta es la mejor aventura de Elric que la historieta ha conocido hasta el momento.


Recomendado: Para aficionados/as a las historias de aventura, y muy especialmente a los amantes de la fantasía épica.


Y si te gusta: No dejes de leer Conan: Clavos Rojos, una aventura plagada de magia, combates y misterios.



1 comentario:

  1. Yo lo he leido de la mismísima tebeoteca, y me pareció excelente, bastante coherente con lo que me he leido de las novelas.

    Lo mejor: da lugar a interpretaciones bastante variadas, según el lector, que luego el propio texto te va confirmando o desmintiendo conforme avanza la lectura. Además, tiene una trementa fuerza visual.

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