La semana pasada volvimos a reunirnos, esta vez para comentar las dos lecturas de la quincena: Trafalgar y Solano, de Rafael Marín, Mateo Guerrero y Alberto Foche. Mi interés era doble en esta ocasión, puesto que trabajo como asesor histórico del proyecto.
Aunque Trafalgar gustó, dejó sabor a poco, no porque sea mala historieta, sino por lo rápido que se lee, sobre todo por no poseer bocadillos. En Solano sí que hubo posturas encontradas, porque a unos pocos les parecía que destilaba un tufillo pedagógico, y a la mayoría no les gustaba el dibujo, correcto en las formas, pero demasiado superheroico, con los uniformes militares increíblemente ceñidos y las expresiones faciales demasiado cercanas a las de los tebeos donde hay buenos muy buenos y malos muy malos. El color tampoco terminó de gustar, y ahí sí que me sumo, porque daba una sensación de que todo brillaba, incluso las ropas de tela gruesa y los edificios de roca maciza.
De paso, aprovechamos para comentar los próximos proyectos de
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