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viernes, 16 de julio de 2010

NIEBLA EN EL PUENTE TOLBIAC

No es fácil traspasar una novela negra a las viñetas. La suciedad, la decadencia y la desazón de ese tipo de relatos no encaja con el estilo limpio y heroico de tantos y tantos dibujantes, y la necesidad de crear una atmósfera no siempre es posible para unos artistas demasiado acostumbrados a centrarse en la figura del héroe.


Jacques Tardis logra crear una novela policíaca sobresaliente gracias al domino del género: la fuerza de sus escenarios en blanco y negro, los decadentes barrios bajos de la ciudad de París, la lluvia molesta y las pintadas en las paredes (muchas de ellas de los nacionalistas argelinos, pues no podemos olvidar que la historia se centra en los años 50) convierten Niebla en el puente de Tolbiac en un clásico negro.


Además del caso, que es complicado pero sin la necesidad de rozar el absurdo, Tardis se centra en aspectos muy interesantes, como el pasado revolucionario de su protagonista, Nestor Burma, la muerte de los ideales acorde vamos envejeciendo, el amor y la desesperación.


Como buen héroe de novela negra, Burma es un personaje pasivo, que apenas se despeina, cuyas caminatas infinitas rara vez conducen a una pista fundamental. El ritmo paciente del detective acompaña al lector a través de las 65 páginas que dura la historieta, pero sin repetirse, sin aburrir, sin dejar de contar cosas y profundizar en su pasado.


La idea de Tardis de ilustrar las novelas negras de Léo Malet se me antoja estupenda. Todo encaja y la historia se comprende perfectamente, demostrando que un buen trasvase de la novela al cómic es posible siempre y cuando el trasvasador posea talento.


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